Los felinos perdidos y los enfermos acostumbran a buscar refugio en lugares cerca de los humanos
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Un felino oculto bajo un coche
Es común encontrar gatos escondidos bajo los automóviles, pero intentar que se acerquen mediante siseos y no lograrlo, se ha convertido en parte de nuestra herencia cultural. Estos felinos poseen un fuerte instinto de supervivencia salvaje muy arraigado.
«Los gatos, a diferencia de los perros, tardaron más en volverse animales domésticos y han conservado muchos instintos que les permiten sobrevivir en entornos no domésticos», aclara Marta Legido, veterinaria del Colegio Oficial de Veterinarios de Barcelona.
No obstante, el comportamiento de supervivencia difiere entre un gato doméstico y uno callejero. Muchos felinos optan por refugiarse bajo los coches cuando sienten miedo, desorientación o frío.
«Los gatos callejeros no suelen esconderse debajo de los coches si disponen de otro refugio, ya que implica acercarse demasiado a las áreas habitadas por humanos», argumenta la veterinaria, quien añade: «Por naturaleza, los felinos son cautelosos y prefieren espacios seguros, lejos de los humanos y otros animales que puedan representarles un peligro«.
Entonces, ¿por qué es habitual ver a estos animales bajo los coches? Según la especialista, existen dos posibilidades: «Podría ser un gato doméstico que se ha escapado de su hogar y no sabe regresar, o bien, un gato callejero que está enfermo y no ha podido refugiarse en su lugar habitual».
El refugio callejero de los gatos
¿Por qué debajo de un coche?
Legido explica que, a diferencia de los gatos callejeros, los domésticos confían en las personas, buscan su ayuda e incluso comprenden que los coches son máquinas manejadas por humanos. La veterinaria añade un análisis profundizando en la psicología de estos felinos.
La prioridad de los gatos, más que simplemente regresar a su hogar, es sobrevivir. Ante las inclemencias del tiempo, buscan refugios momentáneos. «En invierno, los coches recién aparcados proporcionan calor y sirven como un techo protector», comenta la veterinaria. Y continúa: «Si es verano, encuentran sombra bajo el coche».
Sin embargo, este refugio es temporal. Cuando oyen que alguien se acerca al coche, los gatos huyen rápidamente. «Aunque reconozcan el peligro, confían en su agudeza sensorial para escapar si perciben la presencia humana demasiado cercana», asegura la especialista en animales.
En climas fríos, buscan esconderse en los motores de los coches, lo cual puede ser extremadamente peligroso. «Es muy arriesgado, ya que el gato podría estar dormido y al escuchar el coche abrirse, puede asustarse, no tener tiempo de escapar o quedar atrapado en alguna parte del motor», advierte Legido.
Para evitar estas situaciones, la veterinaria aconseja tomar precauciones: «Antes de arrancar el coche, golpea el capó suavemente. Así, el gato tendrá más tiempo para reaccionar y huir. Es una forma de darle una oportunidad de escapar».
Las colonias de gatos que viven en la calle están gobernadas por un macho dominante al que todos los integrantes respetan.
Las colonias de gatos que habitan en la calle están dirigidas por un macho alfa que es respetado por todos los miembros.
Si compartimos nuestro hogar con uno o más gatos, conocemos la profunda conexión que podemos establecer con ellos. A pesar de que no hablan, saben comunicar sus necesidades y estados de ánimo a través de su lenguaje corporal y maullidos, solo debemos aprender a interpretarlos.
Los gatos domésticos son amantes de las caricias y los juegos, siempre que no estén durmiendo, lo cual hacen entre 18 y 20 horas al día.
¿Se comportan igual los gatos callejeros? Los gatos que viven en la calle casi nunca maúllan, un comportamiento reservado para la interacción con los humanos, especialmente cuando buscan llamar su atención.
Existen, no obstante, dos excepciones: el fuerte maullido asociado al celo —que utiliza para atraer la atención del sexo opuesto— y el maullido intimidatorio previo a una pelea con otro felino.
La vida de un gato callejero es completamente distinta a la de un felino que reside en un hogar. Los gatos son, por naturaleza, muy territoriales, algo evidente con los gatos domésticos, quienes escogen meticulosamente el lugar para cada cosa y pueden sufrir mucho estrés con un pequeño cambio en su entorno. Para los gatos de la calle, esta territorialidad es esencial para su supervivencia.
La jerarquía dentro de la colonia
Por lo general, los gatos de la calle residen en territorios o colonias con una estructura social claramente definida. Un macho dominante suele liderar estas colonias y recibe el respeto de todos los integrantes.
Este gato no solo vigila la llegada de intrusos, sino que también es el primero en alimentarse y en procrear con las hembras en celo. Detrás de él, se encuentran los demás machos, cada uno con su propio rango jerárquico.
En estas comunidades, también existe una hembra dominante que se posiciona justo debajo del macho principal. La jerarquía entre las hembras se basa en el número de partos y de crías que hayan tenido.
La gata con más descendencia se convierte en la hembra dominante y goza del respeto de las demás, siendo la primera en comer y obteniendo un lugar privilegiado para dormir.
En contraste, una gata que no pueda quedar preñada o cuyas crías no sobrevivan será relegada al final de la jerarquía, pudiendo incluso ser rechazada y obligada a abandonar la colonia, lo que a menudo resultaría en su muerte.
Respecto a los cachorros, su posición dentro del grupo depende de su sexo y del orden de nacimiento. El primero en nacer ocupa una posición más alta en comparación con los siguientes, y así sucesivamente.
¿Qué sucede cuando los gatos son castrados? Si se castra toda la colonia en un corto período, la jerarquía de las hembras permanece intacta. Sin embargo, si durante el proceso de castración ocurre un parto nuevo o se incorpora una hembra preñada, esta última puede ganar posiciones por encima de las demás hembras.
Cuidadores de gatitos
Entre los humanos, al igual que en otras especies, las hembras de alto rango cuentan con cuidadores para sus crías. De esta manera, las madres no necesitan estar constantemente vigilando a sus retoños. Durante el tiempo que los cuidadores se encargan de ellos, las madres pueden descansar, tomar el sol o interactuar socialmente con otros miembros de la colonia.
Normalmente, los cuidadores son machos jóvenes de alto rango. Sin embargo, también pueden ser gatas jóvenes sin crías propias a las que atender. En ocasiones, incluso, pueden ser gatas de bajo rango con crías de la misma edad, que cuidan de todos los pequeños al mismo tiempo.
Por otro lado, las hembras de baja jerarquía no disfrutan de esta opción y deben cuidar de sus hijos las 24 horas del día hasta que estos sean capaces de valerse por sí mismos, algo que ocurre generalmente a partir de los cuatro meses de edad.
La responsabilidad de los cuidadores radica en proteger a los pequeños, enseñarles a cuidarse a sí mismos, a cazar y a enfrentar posibles peligros para su supervivencia.
La colonia se hace cargo de los huérfanos
Cuando una madre felina recién parida muere y deja a sus crías desprotegidas, otras hembras lactantes del entorno, ya sean una o varias, asumirán el rol de madre y cuidarán de los pequeños como si fueran suyos.
Además, la jerarquía social es fundamental para la vida y la supervivencia de cualquier gato callejero. Abandonar un gato en una colonia, con la creencia de que se adaptará fácilmente y tendrá mejores chances de sobrevivir, puede resultar en lo opuesto. La integración de un nuevo miembro en la colonia no siempre es sencilla y su supervivencia no está garantizada.
Para aquellos que quieran disfrutar de la misma música que me acompañaba mientras escribía este artículo, aquí les dejo el enlace:
¿Qué es un gato feral?
Un gato feral se define como aquel que nunca ha tenido contacto humano desde su nacimiento. Estos felinos, llamados ferales, pueden ser descendientes de gatos abandonados que se han readaptado a un entorno «silvestre».
Las hembras de los gatos, siendo poliéstricas estacionales (fértiles en varias épocas del año), han dado a luz en lo que ahora consideran su «hogar»: la calle. El gato es conocido por su gran capacidad reproductiva.
Guiados principalmente por su instinto de supervivencia, los gatos ferales cazan y se alimentan de sobras. Su comportamiento territorial es notable, y solo se alejan de su área de residencia por dos razones principales: la necesidad de alimento y la reproducción.
¿Son diferentes a los gatos domésticos?
Los gatos callejeros tienen una vida considerablemente más breve que la de los gatos domésticos. Con suerte, su esperanza de vida es de apenas 3 o 4 años debido a numerosos factores como enfermedades, enfrentamientos, accidentes y las adversas condiciones climáticas que también juegan en su contra. Se refugian en grupos conocidos como «colonias». Prefieren habitar en zonas remotas, edificios en ruinas, fábricas, parques, urbanizaciones y evitan el contacto con los seres humanos casi en todo momento.
¿Pueden llegar a aportarnos beneficios?
La presencia de estos pequeños depredadores aporta sin duda grandes beneficios. En las zonas urbanas, ciertos insectos y roedores proliferan sin tener amenazas naturales, siendo el gato su principal depredador, ayudando a controlar la invasión de plagas que pueden transmitir enfermedades peligrosas.
Sin embargo, la convivencia entre estas colonias de gatos y los residentes no siempre es sencilla. Muchas personas encuentran molesta su proliferación descontrolada, se quejan de los ruidos de maullidos y gritos, así como de los olores provocados por sus marcajes.
¿Cómo se evitan o se controlan las molestias derivadas de estas comunidades de gatos ferales?
A nivel mundial, en el siglo pasado, emergieron diversos estudios e investigaciones que resultaron en un sistema de control destinado a mejorar la convivencia con las plagas y aprovechar su presencia.
En inglés, se denomina TNR, Trap-Neuter-Return y en nuestra región es conocido como Método C.E.S, CAPTURA, ESTERILIZACIÓN Y SUELTA.
Este método ha sido reconocido como el más eficaz para manejar las colonias felinas hasta la fecha.
Veterinarios e investigadores comenzaron a implementarlo hace aproximadamente 30 años en Estados Unidos y el Reino Unido.
Siguiendo las siglas del método, los gatos de las colonias se controlan a través de la captura, esterilización y posterior suelta en su lugar de origen, que es su hogar.
Este procedimiento evita:
- La reproducción descontrolada y el consecuente incremento de felinos.
- Las molestias a vecinos cercanos por marcajes y olores.
- Las peleas entre machos por las hembras, así como las molestas vocalizaciones del celo.
- Enfermedades letales para los gatos, transmitidas a través de estas peleas y de montas descontroladas.
Las capturas generalmente son realizadas por Gestores de Colonias Felinas, pertenecientes a Asociaciones Protectoras. Estos voluntarios, autorizados por los Ayuntamientos, aseguran que las condiciones higiénico-sanitarias de las colonias sean adecuadas (alimentándolos, supervisándolos diariamente y acudiendo al veterinario colaborador si fuera necesario).
Es crucial que no alimentemos a una colonia controlada si somos conscientes de su existencia. Puede que alguno de los gatos esté en proceso de “rutina alimentaria” para facilitar su captura.
¿Cómo distinguimos en una colonia feral a un gato ya esterilizado?
Bajo anestesia, un pequeño corte en la oreja es una práctica común entre todos los veterinarios durante la esterilización. Debido a la enorme dificultad en la manipulación de estos gatos en su colonia, esta es la manera más efectiva para identificar a aquellos que ya han sido esterilizados y así evitar capturarlos nuevamente. Valentino, la excepción que confirma la regla.
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